A Luis Manso le llamábamos en el internado el Gallina no porque fuera
cobarde, sino porque tartamudeaba un poco, sobre todo al empezar a hablar, y
parecía que cacareaba. Tuvo la mala fortuna de ir al colegio solo él de su
pueblo, Yanguas de Eresma, y no contar, por tanto, con la protección que otorga
la tribu. Esta indefensión la aprovechaba para meterse con él a todas horas el
tocapelotas de Lodeiros, que era un tipejo odioso y un abusón que se divertía
fastidiando continuamente a todo el mundo y que llegaba incluso a requisar a
los más pequeños los víveres se traían de su casa tras el fin de semana para
suplementar la deficiente alimentación a la que nos sometían en el colegio.
Luis Manso era, haciendo gala a su apellido, un tipo pacífico que no se metía
con nadie y soportaba con estoica paciencia la permanente chinchadura de
Lodeiros. Pero un día en que Lodeiros se puso a remedar en tono de burla su
tartamudez, la cosa le cayó mal y le soltó un guantazo que le tiró al suelo. Todos
nos quedamos pasmados, pues nos sorprendió tal reacción, que no era la
habitual; y sobre todo Lodeiros, que más que pasmado, se quedó sobrecogido,
anonadado, atontado y no supo reaccionar y se quedó en el suelo como
preguntándose qué es lo que había pasado, como si se hubiese caído desde la
luna o algo así.
Todos nos alegramos y hasta felicitamos a Luis Manso, pues
todos sufríamos en mayor o menor medida el hostigamiento de Lodeiros y le
teníamos tirria y consideramos que se lo había ganado con creces. La hostia le
vino bien, casi como si estuviera consagrada, pues a partir de ese día cambió
radicalmente de actitud, dejó de chinchar al prójimo, se interesó por los temas
espirituales, fue a hablar con el padre Gerardo, se confesó y se hizo un asiduo
de la capilla.
Por su parte, Luis Manso resplandeció ante nuestros ojos como un
héroe, el que nos había librado de un enemigo odioso y una carga insoportable,
y a nadie se le volvió a ocurrir llamarle Gallina, pues en reconocimiento a su
proeza le otorgamos a partir de entonces el título honorífico de el Gallo.