sábado, 28 de septiembre de 2024

Doroteo Altares


Doroteo Altares se hizo beato ya de niño, en el internado, cuando fray Apapurcio le comió el coco con historias pías, como la del niño Guido de Fontgalland, y le regaló cuatro estampitas y dos escapularios y le hizo cofrade de la virgen de los 7 dolores. Ser cofrade de la virgen de los 7 dolores no era ninguna tontería, pues había que hacer 7 sacrificios diarios y rezar todos los días la corona de los siete dolores, que es como el rosario, pero de 7 en 7.

Tanto se aplicó en su beatería que se ganó a pulso el mote de “Curilla”, con el que los otros niños creían mortificarle y que para él era un título honorífico. A punto estuvo de irse al seminario a Badajoz, para ser cura y luego misionero en África y que le metieran los negritos en la olla y coronarse mártir y ganarse el cielo por la vía rápida, pero sus padres, labradores segovianos de la Segovia profunda, no lo consintieron, pues Badajoz estaba entonces muy lejos y el niño era muy pequeño: ya tendría tiempo de dar ese paso más adelante si le persistía la vocación.

La vocación le persistió inmaculada hasta que una tarde de verano, a la que subía a la iglesia a rezar el rosario, le trincó la Rosarito, la chavala más espabilada de su cuadrilla, que ya le tenía echado el ojo por buen mozo, y le arrastró hasta lo más profundo de la bodega de su abuelo, el tío Dionisio "Cachiche", que pillaba a la subida, y le enseñó a jugar a los médicos y le doctoró con cuatro inyecciones. 

Esa tarde se perdió el rosario, y ya muchas otras, claro, tantas como la Rosarito quiso. Pero no todas, no tooooodas; que Doroteo Altares es hombre que sabe compaginar las churras con las merinas y los días de fiesta saca a pulso el pendón mayor que abre las procesiones, y luego, a la hora de la siesta, tras persignarse, la enciende a su Rosarito el cirio pascual.

sábado, 21 de septiembre de 2024

Turismo accidental

Ayer a primera hora de la mañana llegaron a mi pueblo, que tiene 18 habitantes, 37 autocares cargados de turistas de las más curiosas y variadas procedencias: 3 de ellos estaban repletos de japoneses, pero vi también británicos, sudamericanos, noruegos, franceses, italianos, alemanes…; y entre ellos uno lleno de jubilados que fletó, según ponía en un cartel del parabrisas, la asociación de vecinos de Zarzaqueda.

Y todo por culpa de mi hermana. Mi hermana pequeña resulta que se ha hecho tiktokera y debe de ser graciosa, porque la sigue mucho atontado que no tiene otra cosa que hacer. El caso es que no se la ocurre otra cosa que grabar un vídeo enseñando nuestra bodega (que es bonita, la verdad) y anunciando que íbamos a trasajar el vino, que es una faena vinícola que ya la podían dar pol saco, porque hay que vaciar las cubas con cuidado de que no se revuelva el vino, sacar la podre del fondo, subir las cubas a la puerta de la bodega, porque dentro no se puede echarlas agua, y limpiarlas a conciencia, pero con cuidado de no dañar el espejuelo formado en las paredes interiores, lo que requiere echarlas muchos cubos de agua y zarandearlas y meter el brazo y hasta la cabeza si se puede, para restregar, y luego tirar el agua sucia, que se crea un barrizal que pa qué. Y luego hay que bajar las cubas otra vez a sus nichos, asentarlas y volver a verter en ellas el vino, que se había dejado en cubetas. Total, que se trabaja a lo bestia y encima se pone uno perdido y es un día de esos qué dices pero para qué coño seré yo de pueblo y a mí qué cojones me importa todo esto si yo no bebo vino porque me dijeron mis padres de pequeño que borraba la memoria y yo me lo creí y desde niño no lo pruebo y no me he emborrachado en mi vida y además, si es por vino, macho, me cojo el coche y me voy a Peñafiel a la bodega esa que hay según subes al castillo, que lo venden a granel, y me traigo 8 garrafones de 16 litros y los pago con gusto de mi bolsillo con tal de no hacer esta tarea que mecagüen la madre que la parió. Pero claro, mi padre y mi hermano quieren tener su propio vino y como para ellos trabajar es lo más divertido que puede hacerse en esta puta vida, pues hala, a madrugar y sin parar desde el amanecer hasta el anochecido.

El caso es que mi hermana, al final del video de tiktok, invita a la gente a que venga al pueblo a ver el trasiego. ¡Y han venido! ¡Han venido 37 autocares, la madre que los parió! ¡La gente de 37 autocares alrededor de la bodega, que nos la van a hundir, a ver cómo trabajamos a lo gilipollas en Calabazos de Fuentedoñas para conseguir un mediocre vino de cosecha que la mitad de los años luego se nos pica porque no queremos echarle metasulfito para que sea natural, o nos coge sabor a moho porque la bodega es demasiado húmeda y está mal ventilada porque la hemos tenido que tapar el cimborrio de la lagareta para que no caiga mierda! ¡37 autocares, nada menos! A poco que trajera cada uno 60 viajeros, 2.220 personas teníamos por la ladera de las bodegas tocando los cojones con la cámara y el vídeo. Un japonés se acercó a mí para hacerse un selfi y le mandé a tomar por culo. Como no me entendió a la primera, saqué la chorra y si no sale corriendo le meo encima, mecagontó.

Menos mal que nos redimieron los tres chavalejos del pueblo. Los jodíos, pa entretenerse, como era sábado y no hay colegio y este maestrucho nuevo que ha llegado a las escuelas comarcales no los pone deberes, pues no se les ocurre otra cosa que pinchar a navajazos las 148 ruedas de los 37 autocares. ¡La que se montó a la hora del regreso! ¡Allí se oía jurar y perjurar en todos los idiomas! ¡Parecía la torre de Babel! No sé cómo saldremos de esta. Han demandado al pueblo todas las empresas de transporte nacionales e internacionales, desde Alsa hasta la alemana Flixbus; y, por supuesto, todos los turoperadores internacionales, que esos, como tienen sus gabinetes jurídicos poco les cuesta.

No sé si la Paqui, la señora alcaldesa, no irá a la cárcel, y eso que no fueron sus hijos, que ella no los tiene. Si tie que ir que vaya. ¡La cosa es que no vuelvan los turistas!

domingo, 15 de septiembre de 2024

El alma



Tras aquella experiencia traumática le pesaba tanto el alma que corría el riesgo de que se le partiera el espinazo. Acudió a un afamado científico metafísico, que se la extrajo por destilación y la echó en una redoma. Luego añadió un poco de conservante, antioxidante, aromatizante, energizante, corrector de la acidez E-330, potenciador de la resignación E-631 y estimulante de la compasión E-723. Lo mezcló todo bien y lo separó en dos mitades equivalentes. Una mitad se la inoculó por vaporización catódica a su legítimo dueño, que despertó de la anestesia, se incorporó sin dificultad y anduvo por la sala de reanimación un buen rato con su nueva alma a cuestas, completamente erguido, más tieso que una vela. Y así se mantuvo hasta su postrer día, sin incidencias reseñables, lo que demuestra que se puede vivir perfectamente con media alma, igual que con un solo riñón.

La otra mitad se la inoculó de forma experimental y con autorización judicial a un desalmado, a un sicario de la mafia colombiana preso en Ciempozuelos, que, en cuanto despertó de la anestesia y recobró la consciencia, se ve que recuperó también la conciencia y se echó a llorar como una magdalena, arrepentido de sus crímenes. A la postre, tras cumplir su condena, reducida en un tercio por conducta ejemplar, se hizo misionero paúl para purgar sus pecados y se fue a África a atender leprosos. Allí acabó sus días, siendo el más querido, por cariñoso, por tierno y por afable, entre los enfermos de la leprosería de Ambatoabo, Madagascar.

sábado, 7 de septiembre de 2024

Resurrección



En todos los sitios hay piedrecitas de colores, pero yo solo colecciono las que saco del fondo de los ríos. Piedrecitas ahogadas. Las pongo al aire, al sol, se secan y van cambiando de color, adquieren tonalidades más vivas.

Cada vez que me pongo triste, cada vez que sufro un revés, un desamor, un fracaso, una decepción; ante cualquier descalabro, procedo de la misma manera: aunque sea en pleno invierno, voy al río, me desnudo por completo, me zambullo y buceo por el fondo hasta encontrar la piedra más llamativa. Otra más para el sendero de mi jardín.

Con ese gesto de rescatar del agua una piedra sumergida, reafirmo mi propia resurrección.

domingo, 1 de septiembre de 2024

Jonás


Al alcanzar la mayoría de edad, 18 años, se empeñó en que quería llamarse Jonás y causó gran disgusto en la familia, pues, por acuerdo de ambas ramas, le habían puesto Juan Antonio: Juan por su abuelo paterno y Antonio por su abuelo materno, que todavía vivían los dos y ambos se lo tomaron muy a mal, tanto que casi le repudiaron. Pero él tenía claro que no quería llamarse Juan Antonio, no porque no le gustase ese nombre, sino porque tenía vocación de Jonás. El nombre de Jonás le atraía, le seducía, le emocionaba, le reconfortaba, le aportaba un toque místico y pensaba que con un nombre así le pasarían cosas más interesantes que llamándose Juan Antonio, que era nombre de oficinista o de aparejador.

Y así sucedió. Todo fue ir al registro, cambiarse el nombre y empezar a cambiarle también la vida. Por lo pronto decidió abandonar los estudios, con nuevo gran disgusto de su familia, para irse a ver mundo y correr aventuras. Se enroló en un mercante gallego que iba a Tokio. Allí desembarcó y con el dinero ganado durante la travesía buscó alojamiento y se instaló. Encontró trabajo de ayudante de cocina en un restaurante español que hacía paellas y cachopos. Se enamoró de la hija de su casero, una japonesita preciosa aficionada al cosplay. Se convirtió al sintoísmo. Se casaron y tuvo un bebé que se parecía más a él que a la madre, pero con los ojillos medio cerrados. 

Una noche recibió la llamada: tuvo un sueño revelador en el que habló con ángeles hermafroditas y al amanecer corrió a enrolarse en el Nisshin Maru, un ballenero que zarpaba a iniciar la temporada de caza en los mares septentrionales.

Allí un día, durante un temporal, salió disparado por la borda, pero no se ahogó porque la ballena azul a la que iban a cazar se lo tragó. En su interior ha logrado sobrevivir los últimos tres años alimentándose de compota de plancton. Hasta que el pobre animal, harto de sus molestias intestinales, le ha desovado en la bahía de Cádiz.

La experiencia ha debido de resultarle a Jonás traumática, porque ha apostatado del sintoísmo y ahora se le puede ver en el paseo marítimo todas las mañanas subido a un cajón y predicando la pronta llegada del anticristo.