domingo, 15 de septiembre de 2024

El alma



Tras aquella experiencia traumática le pesaba tanto el alma que corría el riesgo de que se le partiera el espinazo. Acudió a un afamado científico metafísico, que se la extrajo por destilación y la echó en una redoma. Luego añadió un poco de conservante, antioxidante, aromatizante, energizante, corrector de la acidez E-330, potenciador de la resignación E-631 y estimulante de la compasión E-723. Lo mezcló todo bien y lo separó en dos mitades equivalentes. Una mitad se la inoculó por vaporización catódica a su legítimo dueño, que despertó de la anestesia, se incorporó sin dificultad y anduvo por la sala de reanimación un buen rato con su nueva alma a cuestas, completamente erguido, más tieso que una vela. Y así se mantuvo hasta su postrer día, sin incidencias reseñables, lo que demuestra que se puede vivir perfectamente con media alma, igual que con un solo riñón.

La otra mitad se la inoculó de forma experimental y con autorización judicial a un desalmado, a un sicario de la mafia colombiana preso en Ciempozuelos, que, en cuanto despertó de la anestesia y recobró la consciencia, se ve que recuperó también la conciencia y se echó a llorar como una magdalena, arrepentido de sus crímenes. A la postre, tras cumplir su condena, reducida en un tercio por conducta ejemplar, se hizo misionero paúl para purgar sus pecados y se fue a África a atender leprosos. Allí acabó sus días, siendo el más querido, por cariñoso, por tierno y por afable, entre los enfermos de la leprosería de Ambatoabo, Madagascar.

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