sábado, 21 de septiembre de 2024

Turismo accidental

Ayer a primera hora de la mañana llegaron a mi pueblo, que tiene 18 habitantes, 37 autocares cargados de turistas de las más curiosas y variadas procedencias: 3 de ellos estaban repletos de japoneses, pero vi también británicos, sudamericanos, noruegos, franceses, italianos, alemanes…; y entre ellos uno lleno de jubilados que fletó, según ponía en un cartel del parabrisas, la asociación de vecinos de Zarzaqueda.

Y todo por culpa de mi hermana. Mi hermana pequeña resulta que se ha hecho tiktokera y debe de ser graciosa, porque la sigue mucho atontado que no tiene otra cosa que hacer. El caso es que no se la ocurre otra cosa que grabar un vídeo enseñando nuestra bodega (que es bonita, la verdad) y anunciando que íbamos a trasajar el vino, que es una faena vinícola que ya la podían dar pol saco, porque hay que vaciar las cubas con cuidado de que no se revuelva el vino, sacar la podre del fondo, subir las cubas a la puerta de la bodega, porque dentro no se puede echarlas agua, y limpiarlas a conciencia, pero con cuidado de no dañar el espejuelo formado en las paredes interiores, lo que requiere echarlas muchos cubos de agua y zarandearlas y meter el brazo y hasta la cabeza si se puede, para restregar, y luego tirar el agua sucia, que se crea un barrizal que pa qué. Y luego hay que bajar las cubas otra vez a sus nichos, asentarlas y volver a verter en ellas el vino, que se había dejado en cubetas. Total, que se trabaja a lo bestia y encima se pone uno perdido y es un día de esos qué dices pero para qué coño seré yo de pueblo y a mí qué cojones me importa todo esto si yo no bebo vino porque me dijeron mis padres de pequeño que borraba la memoria y yo me lo creí y desde niño no lo pruebo y no me he emborrachado en mi vida y además, si es por vino, macho, me cojo el coche y me voy a Peñafiel a la bodega esa que hay según subes al castillo, que lo venden a granel, y me traigo 8 garrafones de 16 litros y los pago con gusto de mi bolsillo con tal de no hacer esta tarea que mecagüen la madre que la parió. Pero claro, mi padre y mi hermano quieren tener su propio vino y como para ellos trabajar es lo más divertido que puede hacerse en esta puta vida, pues hala, a madrugar y sin parar desde el amanecer hasta el anochecido.

El caso es que mi hermana, al final del video de tiktok, invita a la gente a que venga al pueblo a ver el trasiego. ¡Y han venido! ¡Han venido 37 autocares, la madre que los parió! ¡La gente de 37 autocares alrededor de la bodega, que nos la van a hundir, a ver cómo trabajamos a lo gilipollas en Calabazos de Fuentedoñas para conseguir un mediocre vino de cosecha que la mitad de los años luego se nos pica porque no queremos echarle metasulfito para que sea natural, o nos coge sabor a moho porque la bodega es demasiado húmeda y está mal ventilada porque la hemos tenido que tapar el cimborrio de la lagareta para que no caiga mierda! ¡37 autocares, nada menos! A poco que trajera cada uno 60 viajeros, 2.220 personas teníamos por la ladera de las bodegas tocando los cojones con la cámara y el vídeo. Un japonés se acercó a mí para hacerse un selfi y le mandé a tomar por culo. Como no me entendió a la primera, saqué la chorra y si no sale corriendo le meo encima, mecagontó.

Menos mal que nos redimieron los tres chavalejos del pueblo. Los jodíos, pa entretenerse, como era sábado y no hay colegio y este maestrucho nuevo que ha llegado a las escuelas comarcales no los pone deberes, pues no se les ocurre otra cosa que pinchar a navajazos las 148 ruedas de los 37 autocares. ¡La que se montó a la hora del regreso! ¡Allí se oía jurar y perjurar en todos los idiomas! ¡Parecía la torre de Babel! No sé cómo saldremos de esta. Han demandado al pueblo todas las empresas de transporte nacionales e internacionales, desde Alsa hasta la alemana Flixbus; y, por supuesto, todos los turoperadores internacionales, que esos, como tienen sus gabinetes jurídicos poco les cuesta.

No sé si la Paqui, la señora alcaldesa, no irá a la cárcel, y eso que no fueron sus hijos, que ella no los tiene. Si tie que ir que vaya. ¡La cosa es que no vuelvan los turistas!

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