domingo, 28 de septiembre de 2014

50 años no son nada

Ayer, 27 de septiembre, cumplí 50 años. Lo celebré con mi mujer y mis hijos y con mi grupo habitual de amigos de los sábados cenando en La Maltería de mi cuñado Guillermo, que nos dio de comer y beber estupendamente; y encima,  para poder hacerlo, se perdió el concierto de Rosendo, para el que ya tenía las entradas. Entre otros regalos, los amigos me tenían preparado uno muy especial que no me esperaba ni sospechaba siquiera que fueran capaces de tanto: una colección de microrrelatos conmemorativa del evento, escritos secretamente por cada uno de ellos. Nos lo pasamos muy bien leyéndolos y tratando yo de adivinar de quién era cada uno. Acerté muy pocos, pero algunos sí, como el de mi mujer, el de mi hija mayor o el de mi hermana Marisa. El de otros me resultó totalmente imposible, pues respondían a facultades y destrezas que desconocía por completo de ellos y que me dejaron gratamente sorprendido. También los niños participaron en la escritura y en la lectura, lo que me enterneció particularmente, pues la práctica y el goce de la literatura es algo que yo descubrí ya desde mi más tierna infancia y que forma parte de mí desde entonces y para siempre; y que me ha conformado como persona, pues una parte importantre de mi personalidad, de mi pensamiento y de mi sensibilidad procede, sin duda, de mis lecturas y de mi cultivo de la poesía y, más recientemente, del microrrelato. Todo hizo que resultase un cumpleaños inolvidable por el que estoy muy agradecido a este simpático grupo de amigos. Les reitero mi gratitud y me reafirmo en la amistad que les profeso y que constituye para mí uno de los valores esenciales e indispensables de mi vida.  

El suicida y la muerte


El suicida no quería suicidarse al tuntún, sino hacer las cosas bien y seguir el protocolo, así que se fue a buscar a la muerte a su residencia de verano, pues tal era la estación. La encontró en bikini al borde de la piscina, sí, pero nada morena; al contrario, más pálida que la muerte, valga la redundancia. La muerte se sobresaltó, pues normalmente era ella la que buscaba a las personas y no la gustaba que irrumpieran en su intimidad e interrumpieran su descanso. Con todo, hizo de tripas corazón, se puso la bata para cubrir su espeluznante desnudez, entró a buscar los papeles a su escritorio, firmó y rubricó el salvoconducto de aquel cretino y le despidió con viento fresco. Luego descolgó el teléfono y llamó a una conocida empresa de seguridad solicitando un servicio de vigilancia privada: este episodio de intrusismo no se volvería a repetir. A continuación se colocó al borde de la piscina, dejó caer la bata y se zambulló con alivio en el agua recreándose en la gozosa  sensación de la corriente colándose en sus cuencas vacías y deslizándose por los huecos de sus costillas. “También la muerte ha de tener sus días de asueto, qué narices”, pensaba para sí misma mientras buceaba tétricamente bella; ágil y dúctil como la raspa de una pescadilla recién devorada.

domingo, 21 de septiembre de 2014

Triatlón


Nadar. Pedalear. Correr. Tres cosas bien sencillas. Cualquiera las puede hacer. Así pensé yo y por eso no entrené. 

Nadar. Pedalear. Correr. Se cree uno que puede con todo sin darse cuenta de que está al filo de los cincuenta.

Nadar. Pedalear. Correr. Eso hice. Pero lento, lento, lento. Me pasaron todos los hombres y casi todas las mujeres, que habían salido dos minutos después que yo. ¡Menos mal que niños no había!

sábado, 13 de septiembre de 2014

Los sueños


El recluta Pacheco pedía siempre voluntario la 2ª imaginaria para robar los sueños a sus compañeros de  la 3ª Compañía Mecanizada Mixta. Luego hacía un amasijo con ellos y se los llevaba escondidos en el petate cuando se iba de permiso. Hasta que el cabo 1º Durán, que estaba de Puertas, se los pilló en la revista de salida y le metió un mes de calabozo. Ante el oficial de cuartel, teniente Pulido, trató de justificarse alegando que no sabía soñar y que por eso para él las noches eran como pozos sin fondo y dormir era una sensación gélida y desangelada como estar tumbado a la intemperie sobre la lámina de agua de un lago helado esperando que copo a copo le cubriese por completo la nevada.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Amor conyugal


Te beso fugazmente y a pasar la aspiradora. Te abrazo un instante por la cintura mientras fríes la pescadilla. Te toco el culo de pasada cuando te agachas a poner la lavadora. Degustando tu sonrisa parto al colegio a buscar a los niños. No te desesperes, cariño, ten paciencia: el amor ya le haremos el día de mañana en algún viaje del Inserso.