El recluta
Pacheco pedía siempre voluntario la 2ª imaginaria para robar los sueños a sus
compañeros de la 3ª Compañía Mecanizada
Mixta. Luego hacía un amasijo con ellos y se los llevaba escondidos en el
petate cuando se iba de permiso. Hasta que el cabo 1º Durán, que estaba de
Puertas, se los pilló en la revista de salida y le metió un mes de calabozo.
Ante el oficial de cuartel, teniente Pulido, trató de justificarse alegando que
no sabía soñar y que por eso para él las noches eran como pozos sin fondo y
dormir era una sensación gélida y desangelada como estar tumbado a la
intemperie sobre la lámina de agua de un lago helado esperando que copo a copo
le cubriese por completo la nevada.
Ocho veces demostrado
Hace 10 años
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