El infinito parece ser que no tiene fin, pero sí principio: comienza en los ojos del que mira y en el corazón del que anhela. Además, no hay solo uno, sino muchos. Se producen terribles cataclismos cuando colisionan entre sí. Y cuando confluyen dos y se diluyen el uno en el otro y se nutren el uno al otro y se multiplican en una infinidad de infinitos, es entonces cuando la vida alcanza su auténtica dimensión, que también es infinita.
Ocho veces demostrado
Hace 10 años
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