No sabemos sin Gunter Höner,
austriaco de 33 años, entendió mal la expresión “Quiero que me comas a besos” —en
alemán “Ich will, dass du mich mit Küssen zu essen”— enviada por Heidi Smidcht,
alemana de 28, a
través del chat. Tras su cita erótica en la pensión Edelweiss de Hamburgo, el
conserje tuvo que llamar a la policía al encontrar a la pobre Heidi desangrada
como consecuencia de las heridas producidas por los múltiples mordiscos que
presentaba a lo largo y ancho de todo el cuerpo.
Gunter exclamó con gesto de
incomprensión ante el policía que le tomaba declaración: “Ich habe nur
versucht, ein williger Liebhaber sein!” (“¡Solo he procurado ser un amante
complaciente”).
El conserje declaró a su vez,
extrañado, que había oído numerosos alaridos de placer, como era habitual en la
casa debido al uso al que se destinaban preferentemente las habitaciones, pero
ninguno, creía, de dolor; “Al menos —añadió perplejo— que en esta chica fueran una misma
cosa”.
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