Noche de Reyes
En el
silencio de la noche de Reyes suena el timbre a las cuatro de la mañana. ¡Dios
mío! ¿Quién narices será a estas horas?, piensa María y se levanta de la cama y
se calza las zapatillas y se pone la bata y acude a la puerta y mira por la
mirilla y apenas ve nada porque el pasillo está en penumbra y pone la cadenilla
y entreabre la puerta y por la rendija ve la sonrisa del negro y el negro le
entrega una carta y ella la abre y reconoce la letra de Jesusín y lee Querido
Baltasar para estos reyes yo solo quiero un padre y tú a mi madre le gustas; y
María abre entonces la boca muy sorprendida y abre los ojos mucho mucho y mira
al negro yo también estoy solo, señora; y se queda pensando pensando pensando;
pensando en Jesusín, pensando en ella, pensando en los Reyes Magos, que ya no
volverán hasta el año que viene, y quita la cadenilla y abre la puerta y dice
pase usted y el rey Baltasar, que ahora no va vestido de rey, sino de
inmigrante ilegal, pasa y ella cierra la puerta y dice siéntese usted por
favor, está tiritando, debe hacer mucho frío ahí afuera, ¿Quiere una taza de
café calentito? Por favor, dice el rey y Jesusín lo escucha con los pies
descalzos sobre el parqué frío desde la puerta de su habitación y sonríe para
sus adentros y se vuelve a la cama sin hacer ruido y se arropa mucho y se
duerme muy contento porque sabe que este año sí que han venido de verdad los
Reyes Magos.
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