domingo, 8 de junio de 2014

Viscoso


Cada uno es como es y yo soy viscoso. Esto me ha dado muchos problemas: los niños me tiraban palitos o chapas para ver cómo se me adherían, las mozas no querían bailar conmigo el agarrao porque se quedaban pegadas. Pero yo lo asumía todo con buen talante: peor hubiera sido tener cáncer o ser retrasado. He sufrido, no lo niego, porque el rechazo y la postergación siempre dejan un poso de amargura. Los más me han considerado siempre un paria. Algunos han sido crueles, otros se han compadecido. Muchos, simplemente, me han ignorado.

Sin embargo, ha llegado mi momento. Ahora todos me envidian. Todos, absolutamente todos, me consideran afortunado y a cierra ojos se cambiarían por mí. Porque la epidemia se ha generalizado y es terrible y causa mucho dolor y nadie se libra. Y yo soy el único, ¡el único!, inmune al contagio.


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