domingo, 15 de junio de 2014

El misionero


Yo me hice misionero porque no quería ser un cura de parroquia asistiendo a viejas beatas con pecados veniales. Quería ver mundo y redimir a pueblos enteros, acudir a lugares remotos donde no tuvieran conciencia siquiera de Dios y llevarles la Palabra y la Fe. Cuando me hablaron de aquella tribu salvaje perdida en lo más recóndito de la selva, me pareció estupendo acudir a evangelizarles y redimirles de su atraso y su salvajismo. No me intimidó que fueran caníbales. No lo dudé ni un instante a pesar de la peligrosidad de la misión y la insistencia del Señor Obispo de que me lo pensara dos veces porque podría no regresar jamás.

No he regresado. Llevo ya diez años entre estas gentes. He cumplido mi misión. Los he convertido a la Fe. Soy muy feliz. Y cada vez que viene un legado episcopal a verificar mi tarea hacemos fiesta gorda porque la carne de caucásico tiene un sabor y una textura incomparables.

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