Esta mañana al comprar el pan la entregué a la guapa panadera, en vez
del habitual billete de cinco euros, una hoja de libreta con un poema de amor
que la había escrito. Lo leyó divertida y sin comentario alguno me devolvió el
cambio habitual, tres con veinte; pero añadió a la bolsa un pepito de crema, lo
cual ya es mucho para un simple enamorado platónico.
Ocho veces demostrado
Hace 10 años
1 comentario:
Qué original, querido Adrián!
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