sábado, 8 de noviembre de 2014

Paso de cebra


Conducía despistado y en un paso de cebra atropellé a una morenaza. Me denunció. Hasta que pudo recuperarse por completo del accidente se tiró una temporadita en el hospital y yo la visitaba todos los días, al principio llevado por mis remordimientos de conciencia, y luego por su atractivo, pues era guapísima. A pesar de ser yo el causante de su indisposición, aceptó mis disculpas y congeniamos enseguida. Al cabo, acabamos enamorándonos. Y aquí estamos, en la playa de Copacabana, como dos tortolitos y pegándonos la vida padre con la indemnización que la correspondió de mi seguro.

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