Al Cristo
coronado de zarzales
sacan en
procesión por las callejas,
delante van
un grupo de chavales,
detrás van
las mujeres, todas viejas.
El paso le
soportan treinta mozos
que todo el
año obraron sin conciencia
y tienen que
sufrir la penitencia
para que sus
pecados se hagan gozos.
Y yo, pobre
de mí, que soy ateo,
que no tengo
ya fe, que en nada creo,
voy cerrando
la triste procesión.
Me conmueve
el dolor del nazareno
y al verle
me dan ganas de ser bueno
aunque no me
lo mande religión.
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