viernes, 4 de julio de 2025

Capricho angelical


Se presentaron tantos invitados a comer en casa el día de la fiesta mayor que no daba con los cuartos de lechazo encargados y tuve que salir al corral y trincar al ejemplar más gordito para guisarle con patatas y puerros. ¡Lo que me costó desplumarle, macho, y destazarle y hacerle tajadillas! Pero luego estaba riquísimo y todos se relamieron y me felicitaron por el guisorio. ¡Cómo estaría el bicho que se tiraban a él como lobos y al final sobraron dos cuartos de lechazo!

Yo también me puse tibio y no quise ni postre. Con la panza llena me fui a la siesta y me encontré en la gloria. Aproveché para departir con Dios sobre el pecado original, porque siempre me ha fastidiado que me cargaran ese mochuelo nuestros primeros padres, Adán y Eva, sin comerlo ni beberlo, y más siendo yo ateo.

Pero Dios hay cosas en las que se muestra inflexible, por no decir coloquialmente que es cabezón cabezón, pero como tiene la sartén por el mango no hay manera de que se apee del burro.

Aunque hay cosas con las que tiene que tragar. No te creas que le gusta nada que me dedique a la cría de ángeles ibéricos de cebo, pero como yo le digo: Tú mandarás en el universo entero, machote, pero en mi corral mando yo.

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