Que calle no es que no sienta:
está muda mi agonía
y me paso noche y día
con el alma virulenta.
Se me sale la placenta
por la raja del hastío
y no digo ya ni pío,
me lo trago con pimienta.
Y vaya bien por delante
que tanto silencio errante
no es porque sea yo mudo,
es que una angustia que espanta
se me añusga en la garganta
y me pone en ella un nudo.
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