Desde que supe de la existencia de las sirenas, siendo niño, las he buscado con denuedo. ¡Qué ilusión me hacía tener una novia sirena! Cada vez que voy a la playa me ilusiono y concibo esperanzas. Las veo retozando en el agua, hermosísimas, y me da un vuelco el corazón. Pero luego salen a la orilla y las veo las piernas. Siguen siendo muy hermosas, pero ya no es lo mismo, claro.
Ocho veces demostrado
Hace 10 años
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