Juraría que ya he sobrevolado este planeta. No sé si hace un siglo o hace un milenio, pero creo recordar que fue un vuelo rutinario de comprobación y que no había nada interesante, que estaba todo en regla: la gente era zafia, poco empática y altamente insensible, como reveló el escaneo emocional polidimensionado. Pasé de largo, pues, sin aterrizar siquiera. Ahora vuelvo con código rojo. Ha saltado una alerta en el panel multisensorial y me han enviado a comprobar la señal. Parece ser que se ha detectado una emoción de rango 17. Si se verifica, me veré obligado a intervenir como indica el protocolo, sin contemplaciones. Un ser tan sensible pondría en peligro todo el ecosistema.
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