sábado, 4 de octubre de 2025

24:00 (Nocturno)

Son las 12 en punto de la noche. Aledaños de una macrodiscoteca de polígono industrial. El hombre lobo tiene los labios manchados de sangre. A sus pies yace una cenicienta ya da igual si rubia. El joven levanta los ojos a la luna y, como pidiéndola cuentas, la hace una pregunta de orden metafísico, que es a la vez queja y súplica: “¿Cuándo podré yo enamorarme de verdad y saciarme con el agua de los besos en vez de con la sangre de la aorta?”. Luego llora de impotencia, de remordimiento y de rabia. 

La luna le contempla. Ha escuchado sus pensamientos, pero no puede compadecerle porque su crueldad es inmarcesible, ya que arrastra en su rotación un resentimiento telúrico. Por eso contesta para sí con astronómico desaliento: “¡Cuando brille mi esfera con luz propia!”.


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