El joven Ching Hao fue rechazado por la bella Sheo Lin, la de alondras en los labios, y de resultas de su amargo desengaño se hizo filósofo y escribió 1.200 aforismos contra el amor. Gracias a ellos alcanzó notoriedad en toda china e influyó decisivamente en la mentalidad amorosa de su pueblo durante casi un siglo, hasta que subió al trono el emperador Shien Hu, el enamoradizo, y los hizo destruir y borró su rastro y persiguió su memoria, de modo que hoy, muchas dinastías después, nadie recuerda ni uno solo de ellos, y sí, en cambio, aquel que el Emperador hizo figurar en el Pórtico de la Verdad: “Eres un dragón y no una culebra: ama y deja de arrastrarte”.
Ocho veces demostrado
Hace 10 años
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