Si el alba
necesita con urgencia
un alma en
que posarse,
he aquí la
mía,
que no tiene
entrantes ni salientes,
ni dobleces
ni anexos,
ni
callejones ni recodos,
ni ojales ni
cremalleras.
Un alma más
simple
que una hoja
de libreta.
Aquí puede
la incipiente claridad
tenderse un
instante
a planificar
bien el día.
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