Yo pensaba
que amarte era soñar
con estar
siempre a tu lado,
contemplarte
transido, embelesado,
cogerte de la
mano y pasear.
Yo pensaba
que amarte era besar
con devoción
tu labio venerado
y
acariciarte el pelo ensortijado
paseando a
la orilla de la mar.
Eso creía
antaño, pero ahora
sé que
amarte es pasar la aspiradora,
planchar ropa,
purgar el radiador,
ir a pasar
la revisión del coche;
y con suerte
el sábado a la noche,
si estás
contenta, haremos el amor.
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