martes, 22 de julio de 2025

Pachus

Pachus, mi querido amigo Pachus, que era tan pachorro él y tan buena persona, nada conflictivo, nada polémico, nada discutidor. Le decías: “Pachus, ¿te vienes paquí?” Y Pachus te acompañaba paquí. Le decías: “Pachus, ¿te vienes pacá?” Y Pachus te acompañaba pacá. Un buen tipo. El mejor tipo del colegio.

Un día, a la que veníamos al internado tras las clases de la tarde en el pueblo, cometió la tontería de coger una botella de Cocacola de litro de un furgón de reparto. Alguien le vería, le identificó como del colegio, se lo dijo al repartidor y el repartidor se presentó en el colegio a denunciarlo.

A la hora de la cena el fraile, tras el rezo, que se hacía de pie, no nos dejó sentarnos, contó el suceso, preguntó quién había robado la botella y amenazó con que nadie cenaría hasta que saliera el culpable, ni nadie se iría a los dormitorios, ni nadie desayunaría al día siguiente y estaríamos todos de pie hasta el mismísimo día del juicio final.

No hizo falta tanto tiempo. Pachus, en su inocencia, reconoció al instante que había sido él. Entonces el fraile cogió una botella de litro de Cocacola y le dijo: “Querías beber Cocacola, ¿no? Pues ahora te vas a beber esta botella entera de un solo trago.” Y le endosó la botella. Y allí, en medio del comedor y a la vista de todos, que permanecíamos de pie, el fraile le sometió a ese castigo despiadado y a esa humillación pública ante sus 99 compañeros del internado, entre ellos su hermano mayor.

El pobre Pachus empinó la botella e intentaba bebérsela de un trago, pero no podía; y cuando quería descansar y bajaba la botella para respirar, el fraile se la volvía a empinar y le gritaba: “¿No querías Cocacola? ¡Bebe Cocacola! ¡Bebe Cocacola hasta que te salga por las orejas!”

Pocas veces me he sentido peor en mi vida que contemplando aquella escena insufrible, aquel absurdo castigo, aquella humillación perpetrada además por una persona que, por su condición de fraile, debiera haber sido compasiva; y hacia un niño sin malicia que no había cometido en su vida ni cometería más maldad que aquella fácilmente perdonable travesura.

Pachus se equivocó al coger aquella botella de litro de Cocacola, de eso no hay duda. Pero era un niño y fue una simple travesura. El fraile se equivocó muchísimo más y su falta ya no tiene tanta disculpa, porque no fue una travesura de niño, sino una repugnante crueldad de adulto.

Esa noche cené poco y dormí menos. Me la pasé escuchando sollozar a mi amigo Pachus, que dormía en la cama de al lado. Al amanecer tomé la decisión de que ya no quería ser fraile.

SILENCIO ERRANTE (sonetillo)


    Que calle no es que no sienta:

    está muda mi agonía

    y me paso noche y día

    con el alma virulenta.

 

    Se me sale la placenta

    por la raja del hastío

    y no digo ya ni pío,

    me lo trago con pimienta.

 

    Y vaya bien por delante

    que tanto silencio errante

    no es porque sea yo mudo,

 

    es que una angustia que espanta

    se me añusga en la garganta

    y me pone en ella un nudo.

sábado, 19 de julio de 2025

Regreso y regresión

Salí del pueblo muy joven, con 14 años recién cumplidos. Tuve una fuerte discusión con mis padres y me marché voluntariamente de casa. Me marché y rompí todos los vínculos. No me enteré de cuando murió mi padre ni de cuando, años después, falleció también mi madre. De eso me he enterado ahora, hace poco. No me he preocupado de herencias ni pertenencias. Como hijo único sé que todo es mío: la casa, la huerta, las tierras de secano… No sé en qué estado se encontrarán.

Ahora, tras muchos años ausente, he sentido la necesidad de regresar, no sé por qué. Quizás quiera retornar a la infancia. Allí jugué de niño. En su escuela unitaria hice mis primeros estudios. Correteé por todas sus calles, enredé en todos sus callejones, me subí a muchas paredes, bardas y tejadillos para coger nidos de gurriato o de tordo. Y también allí se despertaron mis primeros instintos afectivos y recuerdo que tuve enredos con una chica que se llamaba Toribia. Pero me fui y no supe más de ella.

Al entrar al pueblo ya vi que seguía siendo de las mismas dimensiones: un pueblo pequeño que se abarca de un solo vistazo. Ha cambiado muy poco: alguna casa que se ha hecho nueva, alguna otra que se ha hundido, pero la iglesia sigue en lo alto del cerro y la ermita abajo, a la entrada del pueblo, junto a la carretera. Aparqué en la plaza, donde estaba y está la casa de mis padres, que está muy vieja porque yo era su único hijo y desde que murieron ni yo ni nadie se ha ocupado de ella. Da pena verla: una casa medio en ruinas en medio de la plaza del pueblo. Eché a andar por las calles para encontrarme con sus habitantes. Apenas vivirán aquí ocho o diez personas, casi todos ancianos. Se ven muy pocas casas habitadas. Al cabo doy con un anciano. Resulta ser el tío Melero, que me escucha con atención. Le digo quién soy. No me recuerda. Le hablo de mis padres. A ellos, sí. Pero me contesta que mis padres no tuvieron hijos. A ver si se confunde usted con otro matrimonio, abuelo, le digo. Que no, que no. ¡No voy a conocer yo perfectamente al Casiano y la Teodora! ¡Si hasta les vendí una tierra lindera! Me doy cuenta de que está demenciado y no recuerda ya bien las cosas.

Continúo mi camino nostálgico por las calles del pueblo. Me acerco a la vieja fragua, me detengo un rato en la fuente y los lavaderos. Rememoro cuando de pequeño estaba un día cazando renacuajos y me caí al pilón. Subo por la ladera de las bodegas buscando la de mi abuelo, pero ya dudo de si es una o la de al lado. Por fin llego al altozano de la iglesia en que me bautizaron y en la que tomé la primera comunión. Desde allí se contempla a placer todo el pueblo. ¡Qué pueblo más pequeño y a la vez qué pueblo más entrañable! Se me agolpan los recuerdos y las emociones. Algo me remuerde la conciencia. Pienso que no debería haber dejado pasar tanto tiempo antes de reencontrarme con mis orígenes. Era demasiado joven cuando me fui de forma tan dramática y soy demasiado viejo ahora que vuelvo no sé ya para qué.

A la que bajo de la iglesia, camino ya del coche, me encuentro con Paulino, que presume de ser el más joven del pueblo, 61 años me dice que tiene, aunque aparenta alguno más. También le explico quién soy. También le hablo de mis padres. Él me mira todo el rato con los ojillos entrecerrados, como queriendo escrutarme el alma. Perdona, me dice, sé de quiénes me estás hablando. Conocí perfectamente a los que dices tus padres y les tuve mucho cariño. Eran mis vecinos. Muy buena gente. Pero, que se sepa, nunca tuvieron hijos y esa fue una pena que arrastraron toda su vida.

Me fui del pueblo anonadado, descompuesto, abatido, como se va un fantasma de una casa vieja cuando ya se la hunde el techo, o como se va un muerto de un cementerio en el que cada noche, cuando intenta resucitar, los demás muertos le abuchean. Conduje enloquecido, con verdaderas ganas de matarme; y no lo he logrado por muy poco, me acaba de decir este doctor de la UCI.

CARPE DIEM 2025

 


        Vive al día

        y no ahorres un duro,

        que el pan que no te comes

        se vuelve mendrugo.

 

        Vive al día

        escampe o llueva,

        que camarón que se duerme

        la corriente se lo lleva.

 

        Vive al día

        le pese a quien le pese:

        no vivas la vida

        que a otro le interese.

 

        Vive al día

        sin volver la mirada:

        atrás solo queda

        tierra quemada.

 

        Vive al día

        y diviértete a lo loco,

        que cuando seas viejo

        te comerás los mocos.

 

        Vive al día

        sin pensar en el mañana,

        que tarde o temprano

        sonará tu campana.

 

        Vive al día,

        pero con juicio,

        que al borde de la vida

        hay un precipicio.

jueves, 10 de julio de 2025

Manga larga

la playa - playa abarrotada fotografías e imágenes de stock

Pues mire usted, caballero, yo es que soy paciente de riesgo de melanoma y a mí me hace daño el sol hasta por la noche y le tengo prohibido por decreto médico. A mí el sol no me puede tocar ni con guantes porque tengo la piel achicharrada por mi mala cabeza, por descamisarme para trabajar en el campo, que ya me lo decía me padre, que es agricultor: “No te quites la camisa, hijo, que te vas a quemar, que ni tu abuelo ni tu bisabuelo se quitaron nunca la camisa para trabajar en el campo.” Pero yo, joven y orgulloso que era, me creía más machote que mi abuelo y mi bisabuelo, y hasta más machote que el sol. Y bien que lo estoy pagando ahora, porque por esa tontería me he quemado la piel todos los veranos de mi vida y ahora dice el dermatólogo que ya no tengo piel, sino una quemadura que parece piel, pero es piel muerta que ya no se puede regenerar porque las células de la piel por lo visto no se regeneran.

Fíjese cómo será la cosa que me quitaron de la espalda dos lunares con melanoma maligno, que afortunadamente no se había extendido por el resto del cuerpo, porque el melanoma no tiene cura, y cuando fui a la revisión, que coincidió al final del verano y todavía hacía mucho calor, me fui para el hospital en manga corta y cuando me vio entrar en la consulta el dermatólogo ya puso mala cara, y cuando me mandó quitarme la camisa y vio que en los brazos se me notaba el corte de la manga porque me había dado el sol, me echó una reprimenda que pa qué. Me dijo: “¿Y esto?” “¡Hombre! —le dije yo—, pues de ir en manga corta ahora en verano”. Me miró muy serio y me dijo literalmente: “Usted no puede permitirse el lujo de estar al sol ni mientras espera a que se abra un semáforo. A ver si le queda a usted claro que usted no puede tomar el sol. Si va a tomar el sol es casi mejor que tome también cianuro.” Me dejó de piedra, pero de piedra como el Yelmo de La Pedriza. Se ve que el hombre era de la vieja escuela y no tenía el cursillo de Atención al Paciente que obligan a hacer ahora a los médicos jóvenes para que aprendan a decirles a los enfermos los diagnósticos y los tratamiento con cierta suavidad y sin asustarles y sin regañarles, que yo no me eché a llorar porque al fin y al cabo soy un tipo rudo que viene del campo y estoy acostumbrado al trato con verracos y con mulos, que si no…

Pero esa es la cosa, amigo: que a mí no me puede dar el sol ni en pintura. Y como tengo que traer a mi familia a la playa para que mi mujer se ponga morenita, que así está más guapa, y para que retocen mis tres hijos con las olas y con la arena, que les gusta el agua con locura y se lo pasan pipa bañándose y cogiendo berberechos y haciendo castillicos y jugando a la “anchoa asquerosa”, pues por eso estoy yo aquí en medio la playa de pantalón largo y en camisa de manga larga y con la gorra sahariana puesta, que parezco el tonto la playa y todo el mundo me mira y todo el mundo se pregunta, aunque solo me lo ha peguntado usted y por eso se lo cuento y esa es la explicación y ya usted lo sabe y supongo que poco a poco lo irá sabiendo toda la playa y ya me mirarán más como a un enfermo que como a un retrasado. Aunque bueno, tampoco digo yo que además del melanoma no tenga alguna pequeña tara mental no diagnosticada a tiempo.

SONETO DE LA IA



SONETO DE LA IA

(El poeta tranquiliza a su amigo y también poeta Eduardo Rico, alarmado tras el envío de un poema suyo convertido en soneto, y no malo, por ChatGpt) 

 

Querido amigo Eduardo: a mí la IA

Ni me va ni me viene en este asunto

De componer sonetos, y barrunto

Que tiene poca cancha en poesía.

 

Para componer un soneto al día

Yo solo necesito estar a punto,

Y a punto yo me pongo en cuanto junto

Algo de rabia, pena o alegría.

 

Así que pierda usted ese cuidado

De que me envicie yo a escribir poemas

Mediante inteligencia artificial,

 

Que para no sufrir esos problemas

Afortunadamente Dios me ha dado

Muy sobrado talento natural.                                                                                             

                               © Adrián San Juan, julio 2025

viernes, 4 de julio de 2025

Capricho angelical


Se presentaron tantos invitados a comer en casa el día de la fiesta mayor que no daba con los cuartos de lechazo encargados y tuve que salir al corral y trincar al ejemplar más gordito para guisarle con patatas y puerros. ¡Lo que me costó desplumarle, macho, y destazarle y hacerle tajadillas! Pero luego estaba riquísimo y todos se relamieron y me felicitaron por el guisorio. ¡Cómo estaría el bicho que se tiraban a él como lobos y al final sobraron dos cuartos de lechazo!

Yo también me puse tibio y no quise ni postre. Con la panza llena me fui a la siesta y me encontré en la gloria. Aproveché para departir con Dios sobre el pecado original, porque siempre me ha fastidiado que me cargaran ese mochuelo nuestros primeros padres, Adán y Eva, sin comerlo ni beberlo, y más siendo yo ateo.

Pero Dios hay cosas en las que se muestra inflexible, por no decir coloquialmente que es cabezón cabezón, pero como tiene la sartén por el mango no hay manera de que se apee del burro.

Aunque hay cosas con las que tiene que tragar. No te creas que le gusta nada que me dedique a la cría de ángeles ibéricos de cebo, pero como yo le digo: Tú mandarás en el universo entero, machote, pero en mi corral mando yo.

TENGO CLARO

 


Tengo claro

que te quiero.

No lo dudo:

lo noto,

lo siento

muy a menudo.

 

Me lo dice

la vida

con su acento,

a veces dulce,

a veces duro

y violento.

 

Me lo dicen

mis sueños,

en los que estás

como en un escaparate

poniendo en orden

tanto disparate.

 

Me lo dicen

mis dedos,

que te quieren tocar

y tener luz y sal

de tu sol y tu mar,

y palpar

el placer

de tu piel,

que es un manantial

de dulce mosto

con sabor a fruta

de julio y agosto.

 

Es seguro

como que hay futuro:

te quiero,

lo tengo claro

y no lo dudo, 

lo sabe ya

hasta el más cazurro.

 


sábado, 28 de junio de 2025

Carta de mi departamento por mi jubilación.


Aquí os dejo el texto de la carta de despedida que me dedicaron mis 5 compañeras y mi compañero del departamento de Lengua con motivo de mi jubilación. ¡Ha sido un placer compartir este curso con todos vosotros!: 

Hoy nos despedimos oficialmente de ti, Adrián… aunque, siendo sinceros, todavía no nos lo creemos del todo. Cuesta imaginar que, a partir de ahora, los pasillos del San Nicasio no contarán con tu presencia diaria, tu voz pausada y firme, tu mirada entre paciente y divertida, siempre atenta a cada detalle; y esa templanza tuya que tantas tormentas ha apaciguado.

Después de tantos años como profesor y jefe de estudios, dejas una huella imborrable. No solo has formado a generaciones de estudiantes que hoy recuerdan con cariño y admiración tus clases, tu exigencia justa, tu amor por la lengua y la literatura, sino que también has sido un referente para muchos de nosotros. Siempre dispuesto a escuchar, a aconsejar y a ayudar.

Echarte de menos será inevitable. No solo por lo que sabes y haces, sino por lo que eres: un compañero honesto, divertido y cercano. Dejas el listón muy alto… y un hueco enorme en el departamento. Eres el equilibrio en el caos, la voz de la experiencia, el que sabe cuándo hablar, cuándo callar y cuándo soltar una broma oportuna que desarma cualquier tensión. Porque si algo vamos a echar especialmente de menos son tus bromas e ironías en las reuniones de departamento. Son ese oasis de lucidez y humor que nos hace más llevaderos los debates eternos, la burocracia desbordante o la enésima lectura de un poema para fallar cada concurso literario.

Ahora te toca disfrutar de una nueva etapa: sin horarios, sin claustros, sin partes, sin firmar actas… Aunque sabemos que, incluso jubilado, seguirás estando ahí para quien te necesite.

Gracias, Adrián, por enseñarnos tanto, y por hacerlo siempre con ese equilibrio tuyo, tan valioso, entre la sabiduría y el humor.

¡Feliz jubilación!

DEPARTAMENTO DE LENGUA – IES SAN NICASIO

Jabo Rebo

 

A lo largo de mis numerosos viajes he visto cosas muy curiosas, pero pocas tanto como el Cementerio de Ciudadanos Ejemplares de la ciudad de Taltum. Hay que tener méritos especiales para ser enterrado allí y en la lápida se relatan. Por ejemplo:

 

- Osco Basai (1912-1977). Arquitecto. Construyó la catedral nueva.

 

- Piet Rejac (1821-1900). Médico. Salvó con su vacuna a 1.500 niños durante la pandemia del 64.

 

Pero destacaba un gran panteón blanco colocado en pleno centro del pequeño, coqueto y selecto cementerio. Allí pude leer:

 

-Jabo Rebo (1878-1960). Maestro. A pesar de vivir más de 80 años, jamás tuvo ningún pleito con ninguno de sus conciudadanos, jamás le pusieron una multa, jamás participó en ningún alboroto ni trifulca y enseñó a generaciones de niños el respeto, la tolerancia y la convivencia. A su entierro acudieron 500.000 personas, la ciudad en pleno.

SONETO LÚDICO DEL REY DE LOS ORNITORRINCOS

 


SONETO LÚDICO DEL REY DE LOS ORNITORRINCOS

 

El rey de los ornitorrincos cojos

tiene un orzuelo en el ojo derecho

y se ha encerrado con siete cerrojos

para darse porrazos en el pecho.

 

¡Ay, el pobre ornitorrinco maltrecho

no puede ponerse los anteojos

y se pasa las noches al acecho

de otillos que parecen petirrojos!

 

Le gustaría a veces ser koala,

trepar de un eucalipto hasta la copa

y no bajar hasta final de mes.

 

Le pesa la corona cosa mala,

¡qué pena!, se atraganta con la sopa

y ve todas las cosas al revés.

jueves, 26 de junio de 2025

Carta de mi hija Andrea

El pasado viernes 20 de junio celebré en la biblioteca del IES San Nicasio un convite por mi próxima jubilación a fin de curso. Mi hija Andrea me acompañó, me asesoró y me ayudó con los preparativos. Y luego, para mi sorpresa, me leyó ante los convidados una preciosa carta. Con ello cumplió el famoso mandamiento de honrar al padre, pero ella no lo hizo por cumplir mandamientos, sino porque es así de cariñosa y sensible. De hecho, ¡salió del acto más emocionada que yo mismo!


 

domingo, 22 de junio de 2025

Soneto en homenaje

Con motivo de mi jubilación, mis compañeras de Inglés Alba e Irene me han escrito este halagador soneto que las agradezco en el alma. Ellas mismas le leyeron en público en el convite que preparé el pasado viernes en la biblioteca del centro. ¡Con compañeras así casi dan ganas de no jubilarse! 



ADRIÁN, MAESTRO DE INGENIO Y ENTREGA


Adrián, caballero de verbo claro,

de temple firme y alma diligente,

profesional sincero y eficiente,

guardián del rumbo recto y del amparo.

 

Tu ingenio ha sido faro necesario;

tu mano, firme guía y referente;

nos dejas huella honda y persistente,

legado de un hacer extraordinario.

 

Hoy alzas vela rumbo a lo esperado,

dejando en cada aula tu enseñanza,

y en cada mente un sueño iluminado.

 

Que el tiempo ahora premie tu constancia;

te vas, pero jamás serás borrado,

pues vive en ti la escuela y su esperanza.

Escuela


Se sacó el título de inútil y se dedicó a no hacer nada. Lo hizo tan bien que alcanzó gran renombre y fue galardonado con el más prestigioso premio internacional de su especialidad. No acudió a la entrega alegando que le daba mucha pereza, ocurrencia que fue celebrada como una muestra más de la excelencia alcanzada en su arte. 

Su impacto social ha sido enorme y su ejemplo ha creado escuela: hoy en día sus seguidores son legión.


Coplas de mi jubilación

 


Me jubilo porque puedo

y porque me da la gana,

que llevo 36 años

entregado a la enseñanza.

 

Desde el año 89

siempre en el mismo instituto,

que tengo en clase a los hijos

de mis primeros alumnos.

 

No lo hice mal, considero,

y lo hice con mucho gusto,

procurando ser honesto,

preocupado por ser justo.

 

Pasé muy buenos momentos,

hice muy buenos amigos

y llené toda una vida

de verbos y sustantivos.

 

Como no soy nada ñoño,

aunque soy sentimental,

de todos me he despedido

muy contento y sin llorar.

 

Y no digo más, que canso;

este cuento se acabó,

pero si vuelvo a nacer

volveré a ser profesor.

sábado, 14 de junio de 2025

Sensibilidades

Durante mi actuación había en las gradas un niño, un solo niño, que no se reía con mis payasadas. Intrigado, me quedé con su cara y le esperé a la salida del circo. Le pregunté por qué no se reía.

 

—Porque me daba muchísima pena que todos se riesen de ti.

CARPE DIEM


Eso que tú tienes sin ser consciente,

eso que el tiempo te robará algún día,

eso que no valoras lo suficiente,

eso se llama lozanía.

 

Y de eso depende casi todo,

eso es la esencia de la vida,

sin eso la vida se vuelve lodo,

desperdiciarlo es un acto suicida.

 

Así que no te andes con zarandajas

ni te eches a dormir en los laureles,

que las horas son las verdaderas alhajas

y los días los auténticos vergeles.

 

Disfruta de tu cuerpo lozano

y aprovecha su energía animosa,

que la juventud dura un verano

y luego el alma pesa como una losa.

sábado, 7 de junio de 2025

Coplillas del sinamor

 

De pecho en pecho

mi corazón rueda

y en ninguno se queda:

¡no hay derecho!

 

¿Qué mal habré yo hecho

para tener este castigo:

suplicar como un mendigo

amor por el barbecho?

 

Vivo siempre insatisfecho

pues nadie me aprovecha,

enciendo al amor la mecha

y salgo herido y maltrecho.

 

Del amor siempre al acecho

para que nadie me quiera,

¡ni que fuera yo una fiera,

ni que fuera yo un desecho!

 

Mi corazón no grana,

no grana, no grana

ni da fruto ni da flores

porque a nadie le da la gana

de complacer mis amores.

Viudas

Al entierro acudieron tres mujeres que no se conocían. Cada una llegó con pose de viuda completa y se fue solo con un tercio de viudedad y sin saber qué número hacía en la terna. Mejor no indagar y pensar que la número 1, que las suplentes eran las otras dos.

Hijos no había ninguno. Con eso no quiso complicarse y se hizo a tiempo la vasectomía. En eso no las engañó. Eso se lo dejó siempre bien claro y las tres lo comprendieron, cada una por su lado y en su debido momento. Comprensivas sí eran. Y complacientes. Y tolerantes. Eran tres mujeres adelantadas a su tiempo. A lo mejor no hubiera hecho falta ni engañarlas.

Cuando acabó el entierro salieron cada una por su lado y cada una con su tercio de viudedad a cuestas. A la puerta del cementerio, dentro del coche, del que no se habían ni bajado, las esperaban sus hijos respectivos; bueno, a una de ellas, en realidad, las gemelas.

jueves, 29 de mayo de 2025

EL SILENCIO A TI DEBIDO

 

Sean el jolgorio y la charanga

para los que rellenan de ruido sus boquetes;

nosotros celebremos con silencio

el amor que nos sosiega y nos remansa.

 

Verás como no es preciso armar jaleo

para ser alegres,

ni para ser felices

dar voces y tirar petardos.

 

El amor sea paz; el gozo, calma:

lo que tú me das.

El silencio a ti debido

es el amor que te pago

y la dicha que me cobro.


Libre de pescado

El que esté libre de pescado, que tire la primera pierna. Eso es lo que dice Nuestro Señor Jeroglífico en las Saladas Escrituras. Y tiene toda la ración, porque estamos demasiado escombrados a ver la paja en el ajo ajeno y no vemos la vida en el nuestro. ¿Acaso no somos todos pescadores, hijos y bien hijos de Caín? ¿Acaso no tenemos todos más vidrios que virtudes? ¿Quiénes somos nosotros para jugar al prójimo y condonarle o absorberle?

Yo, por ejemplo, que padezco de buena persona y nunca he roto un pato, cuando voy conduciendo y me encuentro un atraco en la carretera, me pongo de una mala ostra increíble y me dan ganas de acerdar a tope el coche y llevarme por delante al primero que chille, mecagüen la fruta. No te digo más que al final me meto siempre por el a cien aunque esté podrido y me pare la Guarra Civil de Tráfico y me ponga una mutua.

Si yo hago esto, que está tan feo, cómo voy yo luego a criticar a los crimianales de la mafia o a los traficantes de drones o a los violadores de piñas. ¡Cada cual lleva a Cuenca su propia carga! No, señor, no; tratemos al prójimo con cavidad cristiana, como nos enseñó Jesulisto, que bien claro dejó en los Evangélidos que hasta el más desarmado y el más sin Sigüenza puede entrar en el Reino de los Cienos si se arrepiente a tiempo de todos sus pescados.   

sábado, 24 de mayo de 2025

Canción


Ya sé que no valgo mucho:

hombres como yo te encuentras

mil trescientos por segundo.

 

Y sin embargo,

todo lo que valgo

te lo entrego.

Tú eres para mí

tierra, mar y cielo.

 

Y si me rechazas,

ya todo son amenazas,

tengo frío

y no respiro,

no sé si estoy

embalsamado o vivo.

 

Te necesito,

no hay vuelta de hoja.

Así es la vida:

uno se enamora

como un suicida

de quien se le antoja.

 

Despecho


Lo encontré tiritando de frío, abandonado a la puerta de mi casa. Lo recogí con cuidado y lo inserté en su hueco. Poquito a poco fue entrando en calor.

Por más que me lo supliquen, no se lo vuelvo a entregar a nadie.

domingo, 18 de mayo de 2025

La higuera



Me envía mi hermano una foto de la higuera del patio tronchada. Esa higuera es la higuera de mi niñez, la higuera donde subía a coger las brevas y los higos maduros, cuando era la temporada; y cuando no, pues la higuera a la que me encaramaba para simular aventuras, para ejercitar mis habilidades trepadoras, para espiar a los pájaros, para observar a las hormigas que subían y bajaban en hilera por su tronco o para masacrar a las avispas. ¿Cuántas horas habré pasado en lo alto de la higuera? ¿Cuántos rozones me habrán hecho sus ramas en brazos, piernas, espalda y costillas? Las hojas de la higuera son ásperas y su tacto no es agradable, pero eso no impedía al niño subirse a la higuera porque el niño de entonces aspiraba a ser un héroe y tenía que ejercitarse con pequeñas heroicidades de corral.

La higuera del cerco del pozo de mi infancia se ha tronchado justo ahora que me queda mes y medio para la jubilación. Y como todo en la vida es simbólico, o puede tener una interpretación simbólica, eso tiene que querer decir algo. Lo primero que he pensado es que la vida me está diciendo que para mí se acabaron ya los higos y las brevas, simbolicen brevas e higos lo que tengan que simbolizar, pero en principio la simbología no parece muy positiva ni muy halagadora, narices.

Menos mal que luego lo he hablado con un mi amigo que tengo yo, algo filósofo y muy poeta, fanático y forofo seguidor de Juan Eduardo Cirlot y su Diccionario de símbolos, y me ha dicho que no, que la cosa no va por ahí, que lo que la vida me está diciendo con el tronchamiento de esta higuera es que ha llegado la hora de plantar higueras nuevas. ¡Bendita sea su consoladora interpretación, porque yo para plantar higueras sí que valgo todavía!